CASA HORADADA

Cieneguilla, Lima, Perú.

AT: 1,250m2 / AC: 400m2

PRIMER PUESTO – PREMIO A LA CALIDAD ARQUITECTONICA 2021. Categoría Vivienda Unifamiliar, Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de Lima.  

El proyecto se ubica dentro de un condominio privado de casas de campo, sobre las primeras estribaciones de la cordillera de los Andes en el Valle del rio Lurin, distrito de Cieneguilla, Lima metropolitana. El distrito, Alejado unos 50 kilometros de la costa, cuenta con un clima templado, soleado y seco en la mayor parte del año. Un paisaje potente de Valle costero peruano con montañas áridas contrastadas con el verde de las zonas bajas estan presentes en todas las direcciones y son incluidas en los momentos importantes de los recorridos de la casa gracias a que el lote se encuentra en la periferia del condominio y sobre las cotas más altas.

Las reflexiones desde las que se proyecta esta casa están referidas a las intenciones por las que se habitan estas porciones de territorio: privacidad, paisaje, naturaleza. Aquel anhelo de los propietarios nos conduce a pensar en estos lugares como transiciones entre lo urbano y lo rural, transiciones que con el pasar del tiempo en que dura la materialización de su urbanización (hecho contradictorio a los fines, pero implícito desde el inicio) se convierten en una extensión más de la Ciudad, la casa responde a ello capturando paisaje y dramatizando los ingresos de luz en momentos importantes, para los que se creó un recorrido siguiendo un guión.

Es así que como si fuese una gran masa de barro ocupa todo el lindero frontal permitido y reserva la mayor cantidad de superficie libre a un jardín posterior para la intimidad de la familia que la habita. Horadada desde múltiples secciones, va creando momentos y reduciendo la velocidad del andar desde sus primeros espacios, el ingreso es un gran hueco en la masa, un patio como primer espacio intermedio, el vestíbulo cerrado y bien definido, con un desnivel que impone una pausa (otra), el descanso de la escalera principal conectando sorpresivamente con el paisaje posterior, la transición entre el comedor y la cocina con una gran abertura hacia las montañas, la escalera encajonada hacia la sala de juegos, son espacios que van graduando delicadamente los niveles de intimidad. Estos espacios, y los mecanismos de luz, van creando transiciones, que van preparando al ocupante para aquellos momentos importantes de conexión con el paisaje a través de ventanas que lo enmarcan.

Las ventanas, perforaciones, conexiones, o huecos en los muros se ven potenciados por su tamaño controlado debido a la orientación Oeste de la fachada, lo que nos conecta también con lo intangible, con las culturas prehispánicas que habitaron el valle de Lurín, de las que quedan muchos restos arqueológicos con sus arquitecturas masivas de piedra y barro, y sus estrategias donde el espacio, la luz y el tiempo juegan un papel fundamental. Recorridos, momentos y conexiones, convierten la casa en una experiencia para ir dejando atrás la ciudad y reconectar con la Naturaleza y la Cultura del lugar